En una impactante audiencia en la corte federal de Brooklyn, Nueva York, Ismael “El Mayo” Zambada, figura emblemática del Cártel de Sinaloa, admitió su culpabilidad en una serie de cargos relacionados con narcotráfico y crimen organizado. A sus 77 años, Zambada reconoció haber liderado operaciones que facilitaron el tráfico de más de 1.5 millones de kilos de cocaína hacia Estados Unidos desde la década de 1980, así como haber orquestado esquemas de soborno a autoridades mexicanas, coordinado rutas aéreas y marítimas, y protegido sicarios y grupos armados.
En un gesto inusual, el capo expresó públicamente su pesar: “Reconozco el gran daño que las drogas ilegales han causado en Estados Unidos y México. Lo siento por todo eso y asumo la responsabilidad de mis acciones”. Estas palabras marcaron un momento trascendental en la historia del narcotráfico transnacional.
La fiscalía de Estados Unidos, descartando la posibilidad de aplicar la pena de muerte, ha alcanzado un acuerdo judicial con Zambada. La sentencia, programada para el 13 de enero de 2026, probablemente resulte en cadena perpetua para el líder del Cártel de Sinaloa.
El arresto de “El Mayo” en 2024 en Texas, tras más de dos décadas en la clandestinidad, y su posterior confesión de culpabilidad, representan un golpe contundente a la estructura de poder del Cártel de Sinaloa, una organización de larga data que ha desempeñado un papel crucial en el tráfico de drogas entre México y Estados Unidos durante más de cuatro décadas.